
Un monovolumen y un final inesperado
Puede que en unos años olvidará lo pequeños que parecemos por fuera, aunque luchemos contra gigantes. Los colores de nuestra marca. Las personas que llamaron a su teléfono porque rellenó un formulario. No se acordará del nombre de ese teleoperador que, a pesar de llevar todo el día pronunciando la misma frase, estudiada, parecía decirla por primera vez cuando le llamó. Puede que tampoco recuerde lo fácil que resultó, a pesar de que a veces se trata de un proceso largo, lleno de incertidumbres. Y de que le costó menos de lo pensaba. Encontraron lo que buscaba.
Sólo se acordará de que aquel monovolumen fue una necesidad impuesta en un momento de su vida vacío y lleno de planes que procrastinaban. Pero esta vez tuvo que hacerlo. Siempre iba en bici. El pelo despeinado; le gustaba que el viento le revolviera el corte descuidado. Y la velocidad.
Escuchó en alguna parte que si todo está bajo control, es que no vas lo suficientemente rápido. Y lo asumió como un tantra. En todo caso, habría ido en busca de un descapotable como única opción ante la animadversión que sentía hacia los vehículos de cuatro ruedas. Los fantasmas son los fantasmas.
El día que más frío hacía, con la capucha de la sudadera puesta y la palidez que otorgan las pantallas de los ordenadores en las noches cerradas, comenzó su búsqueda. Se sintió como la primera vez que observó la noche de un cielo despejado a las afueras de la ciudad: abrumado, pero en el peor sentido de la palabra. Otra vez volvían las ganas de procrastinar.
Pasaron varios días de tecleo a deshoras. Inundado por páginas web, marcas, modelos… no se le había ocurrido teclear la palabra más obvia: coches. Y casi el primero, apareció coches.com. Ahí comenzó el camino que tomaría su nueva vida.
Los pasos que le invitaban a dar eran sencillos, y no le costó comprobar que lo que prometían era verdad. Apenas le dio tiempo a dudar. Al pasar unos meses, aquel monovolumen que se había visto obligado a comprar llegó a sus manos. Otra vez los malos recuerdos. Sin embargo aquella vez era diferente. La incipiente tripa de su compañera en el primer viaje que hizo al volante fue diluyendo sus miedos. Ahora tenía la carretera por delante y dos acompañantes en el asiento del copiloto a la espera del primer destino. Si los fantasmas lo permitían, claro.
Olvidamos los aspectos más técnicos, pero no lo que nos hicieron sentir. Porque detrás de cada historia hay un coche que la conduce por un camino determinado, y eso es lo que hacemos: convertir tu historia en lo que necesitas. Ahora puedes formar parte de nuestra historia ayudándonos a crecer ¿Cómo? Apóyanos y vótanos como website del año, premio al que hemos sido nominados. Tan sencillo como nosotros intentamos que sea tu búsqueda de coche. Y tú también podrás ganar algo.
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